[ Kana Kimura ]

Siempre caracterizada por ser la más bajita de su clase, apenas llega a los 155 cm. Su cabello es generalmente de un azul eléctrico al igual que sus ojos, pero suele teñirlo con frecuencia a pesar de la longitud de éste. Es de complexión delgada y piel pálida, parece bastante débil a primera vista, pero la verdad es que es bastante fuerte.

Generalmente viste al estilo punk, llevando cadenas y otros accesorios encima. No le gusta la ropa muy femenina, siente que la hace ver más niña de lo que su rostro redondeado y su corta estatura la hacen ver.

Suele parecer bastante altanera. No el habla mucho a las personas que no conoce y suele estar la mayoría del tiempo sola. Eso no quiere decir que no le gusten las personas, de hecho evita estar con ellas porque teme perder el control gracias a su corta paciencia. Es muy irritable y testaruda, cuesta hacerla entrar en razón pero siempre termina pidiendo perdón una vez que se percata de sus errores. Adora escuchar música. A pesar de que parece ser una chica problemática, en el fondo también puede ser amable y comprensiva; es fiel en cuanto a confianza se trata.

Proveniente de una familia pequeña y “común”, siempre ha estado ligada a las costumbres arraigadas a su familia, siendo entrenada desde que tiene uso de razón. A pesar de su entrenamiento, Kana siempre tuvo cierta compasión por las criaturas a las que asesinaba, ganándose mala fama entre los cazadores al parecer demasiado blanda. Siempre le cuestionaban el porqué era “amable” con esas criaturas y siempre actuaba borde con los de su propia raza. La verdad… ni ella lo sabía.
No fue hasta que le fue encomendada una misión en su cumpleaños número 13 que las cosas comenzaron a cambiar, cuando gracias a un descuido la horda de niveles E que su grupo daba caza se perdió por un momento, despistándolos y atacando de improvisto. Junto a otra compañera más, fueron las únicas sobrevivientes de un grupo conformado por 12 personas, de las cuales ni siquiera sus restos pudieron ser encontrados. Kana siempre se había sentido orgullosa de su trabajo, hasta ese momento.
Podría haber sido peor, o eso era de lo que intentaba convencerse siempre que se tendía sobre una cama y recordaba su deber. Podría haber sido su hermana menor, sus padres o incluso su familia entera; sabía que eso sería un infierno, pero aún así no podía olvidar los rostros de todos sus compañeros siendo atacados porque ella, en un momento de estupidez, dudó en disparar directamente en la cabeza a un estúpido vampiro. Después de eso, cada vez que se le encomendaba una misión, simplemente apuntaba directo al corazón.
A los quince, su padre orgullosamente la proclamó oficialmente como su sucesora, y aunque eran una familia cazadora sin mucha importancia, gracias al incidente de hace dos años había logrado obtener la atención de la Asociación de cazadores sobre ella, lo cual la llenaba de repulsión. Siempre había soñado ser como su padre, una persona fuerte y capaz de sacar a una descarriada niña como ella adelante, pero sencillamente a esas alturas no podía transar demasiado bien con los ideales del Presidente, lo que seguía limitándola a la hora de ascender en su campo de trabajo.
Pero lo que más le preocupaba, era que con cada vez que tenía que encargarse de alguna bestia, parecía estar haciéndolo con menos y menos tiempo, lo cual significaba que se demoraba menos en pensar en lo que hacía y por lo tanto se convertía en la máquina de matar que todos querían. Se estaba perdiendo a sí misma.
Una vez tuvo la edad suficiente, decidió por su propia cuenta ingresar a la Academia Cross como método para apaciguar sus propios demonios.